EN UN MUELLE DE NORMANDÍA, una película de Emmanuel CARRÈRE

                                                         Traducción adaptada de Véronique  Gille

Duración: 107 min.

Año: 2021
País: Francia
Dirección: Emmanuel Carrère
Guion: Emmanuel Carrère, Hélène Devynck. Novela: Florence Aubenas
Música: Mathieu Lamboley
Fotografía: Patrick Blossier
Reparto: Juliette Binoche, Didier Pupin, Emily Madeleine, Evelyne Porée, Hélène Lambert, Léa Carne
Género: Drama.

En un muelle de Normandía es una película interesante, pero no es una película hermosa. Es una película triste, lluviosa porque narra la historia de una utopía, la utopía de una amistad que no puede ser y no será ya que las fronteras erigidas por la sociedad quedan infranqueables.

Desde el inicio de la película, Marianne, interpretada por una Juliette Binoche sincera y convencida, miente. Ella miente porque esta mentira permite que se inmiscuya en un ámbito que desconoce, pero que la atrae como tema para su libro futuro. Pues es escritora y quiere hacer visibles a los invisibles que trabajan en las empresas de limpieza durante las horas melancólicas de la noche. La misma sociedad ha llevado a cabo una “limpieza” en su paisaje humano para deshacerse de ellos.

Es cierto, el propósito (verdaderamente vivido y llevado a bien por la periodista Florence Aubenas) es humanista, pero a la vez manipulador, voyeur, que Marianne lo quiera o no. Arrastra con ella a los espectadores en este surco de la ‘culpabilidad’ de ser privilegiados frente a trabajadores que forman parte de la capa más desfavorecida de la pirámide profesional y social. Sin embargo la película queda honesta merced a esos trabajadores, actores no profesionales, que ponen en escena su propia cotidianeidad gris, atormentada, siempre fuente de preocupaciones.

La primera secuencia de la película es significativa de la lucha cotidiana de esos olvidados, esos condenados contra la administración tan bien descrita por Franz Kafka muchos años atrás en sus obras. Resulta ser un mundo carcelario, pero un mundo también esperpéntico o digno de Ubú rey, pero que no mueve a risa porque no deja de empaparlo una tensión perceptible a lo largo de las secuencias. Mundo humanamente injusto, pero esa injusticia viene realzada por la mentira de Marianne, participando ella misma de esa injusticia. Marianne puede soñar. Supuestamente sus “compañeros” de trabajo tienen proyectos, pero prohíben que se abran esos sueños pues la realidad los llama al orden incesantemente.

Efectivamente Marianne va explorando ese mundo desconocido y nunca conocerá de verdad sus problemas. Christèle, Nadège, Justine, Cédric, Marilou, Michelle y los demás son personas y no personajes: escrito y publicado su libro, Marianne de nuevo se reunirá con la zona de su vida confortable  y las personas antes citadas, las suyas, desapacibles y agobiantes. Para Christèle (la persona más sincera y entrañable de la película), nada es poético porque se prohíbe experimentar lo que Marianne siente en la secuencia de un paseo por la playa como para mejor huir de su decepción de ser sólo ella, no pudiendo aceptar los vértigos de su falsa compañera de trabajo cuando una sabe que se halla ante un abismo insondable, pero para Marianne, todo puede ser poético y todo puede ser un objeto de deseo porque sabe que no pertenece al mundo de Cristèle. Punto.

Con todo cabe reconocer que la película abarca una faceta documental sobre Francia –cuyos colores de la bandera se vislumbran en algunas secuencias- y sus normas simbolizadas por el diploma que se ha de sacar para integrar esa sociedad francesa ordenada en sus casillas (los hombres no limpian los aseos…). El diploma que salva, da el estatuto social, que hace visible mientras que esos trabajadores limpian la suciedad de los directivos y ejecutivos. Suciedad material. Suciedad moral. La película es oscura, pues los empleados de la limpieza no ven lo que son en realidad, una fuerza capaz de retar y actuar, sino que no dejan de mirar a los que están encima de ellos.

Algunas secuencias esbozan bonitos momentos de emoción: el regalo de cumpleaños que regalan Christèle y sus hijos a Marianne bajo forma de un trébol, el baile sensual de Justine en su noche de despedida porque acaba de conseguir un empleo en una panadería, la tentativa de seducción de Marianne por Cédric, los gestos cariñosos de Marilou y su novio…

Pero lo que más impacta al espectador es la brecha social, cultural, educativa insuperable para la mayor parte del personal de limpieza retratado. ¿Tiene esa película una razón de ser? Para Nadège, sí. Para Christèle –y yo-, no. Cada espectador se formará su propia opinión sobre esa película interesante y triste.

Para ver versión en francés pulsar aquí.